Las Hermanas Basilianas viven el estilo de vida Evangélico profesando castidad, pobreza y obediencia. Glorían a Dios en la Divina Liturgia, santificando el tiempo con el rezo del Oficio Divino, de los Salmos, por la oración personal y una vida contemplativa-apostólica como expresión de la unión con Dios que desborda en amor al prójimo.
Ellas buscan la perfección cristiana y son presencia orante, sanante y vivificante.
La Orden de San Basilio, en sus ramas masculina y femenina, comenzó en Capadocia, Asia Menor alrededor del año 356.
Los primero Monasterios Basilianos se encontraban en el Imperio Bizantino.
Durante los siglos de paz y libertad, los monasterios se multiplicaban y en épocas de las persecuciones se expandieron por muchos países, numerosas religiosas fueron martirizadas o deportadas y un gran nuemro de monasterios desaparecieron. A Keiv (Ucrania), las religiosas llegaron en el siglo VIII desde Constantinopla y Bulgaria y se extendieron por todo el territorio.
A fines del Siglo XIX, el Metropolita Andrés Sheptyckyj OSBM, fiel colaborador de las Hermanas Basilianas las ayudó en la renovaron de la disciplina monástica, en la formación y en la organización de las comunidades ubicadas en Galitzia, Ucrania Occidental. Luego el Metropolita Sheptyckyj las envió en misión mas allá de Ucrania y la Orden comenzó a expandirse por Occidente a partir del año 1911. El 20 de agosto de 1939 arribaron a Buenos Aires la Madre Sofronia Erdeli, OSBM y la Madre Margarita Fendio, OSBM.
Actualmente, el grupo de Hermanas Basilianas que desde 1951 forman la Orden Basiliana bajo la autoridad de un gobierno central que tiene su cede en Roma se halla organizada en Provincias, Vice-Provincias, Delegaciones, Misiones y Monasterios Contemplativos ubicados en los siguientes países: Australia, Brasil, Polonia, Rumania, Alemania, Ucrania, Eslovaquia, Hungría, Croacia, Estados Unidos y Argentina.
Por Decreto 700/4º de 1951 «Ad Septennium», la Orden fue elevada a la dignidad de Derecho de Orden Pontificio y se le otorgó las Constituciones que sirvieron para unir a los monasterios.