1 Cor 9, 25
«Los atletas se privan de todo y eso por una corona corruptible, nosotros, en cambio, por una incorruptible.»
El ayuno: enseñanza de San Basilio
¿Quién es el que ha conseguido participar de la mesa eterna, repleta de dones espirituales, viviendo aquí en espléndida abundancia? Moisés para recibir la ley necesitó del ayuno, y si no hubieran recurrido a él los ninivitas (Jn. 3,10), habrían perecido. ¿Quiénes dejaron sus huesos en el desierto, sino los que recordaban ansiosos las carnes de Egipto?»
El ayuno es el pan de los ángeles y nuestra armadura contra los espíritus inmundos, que no son arrojados sino por él (Mt. 17,20) y por la oración (Hom. 1). ¿Cuándo habéis visto que el ayuno engendre la lujuria? ¿No veis cómo en nuestra ciudad cesan las canciones meretricias y los bailes impúdicos en cuanto nos dedicamos a ayunar? El ayuno nos asemeja a los ángeles (Hom. 2).
Oremos: Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mi, pecador. Por intercesión de San Basilio, sana mi alma y la de mis seres queridos! Dame la gracia de vivir el gozo de quien cree y pone todo en las manos de Dios – Padre.